Cada vez, es más frecuente oír hablar sobre la necesidad de contar con organizaciones competitivas como modo de adaptación a los cambios en el ambiente empresarial. Para poder lograr esta competitividad, debemos centrarnos en los recursos más importantes de una organización, sus recursos humanos.
Si queremos lograr casos de éxito empresarial, debemos preocuparnos por contar con empleados reciclados y adaptados a las circunstancias del mercado, en cada momento. Para ello, nuestros empleados deben poseer formación que permita el desarrollo de sus competencias profesionales.La formación continua y especifica, es la mejor opción en estos casos.
Este tipo de formación suele llevarse a cabo por entidades formativas externas y permiten una adaptación de cada formación a las necesidades de la plantilla, donde imparte la misma. Es muy importante que esta formación se lleve a cabo por profesionales dentro de cada área, ya que dotarán de grandes conocimientos prácticos y resolución de problemas. Hasta hace poco, las Pymes en España, no poseían los recursos necesarios para poder hacer frente a esta formación continua, relegando a un segundo plano, el desarrollo profesional de sus empleados. Esta situación provocaba el acomodamiento de su plantilla y dotaba de fecha de caducidad al negocio en cuestión. Sin embargo, hoy en día existen soluciones que permiten a las pymes el acceso a este tipo de formación, la formación bonificada. Bajo este prisma, las empresas deciden qué tipo de formación necesitan y pueden llevar a cabo acciones formativas cubiertas por el crédito ingresado en el año anterior en concepto de cuota a la formación profesional. Para poder realizar este tipo de formación, debe contratarse una entidad organizadora inscrita como tal, quien deberá gestionar los procedimientos necesarios para que la empresa pueda bonificarse dicha formación. Por lo tanto, existen nuevas vías que permitirán a las pequeñas y medianas empresas aumentar su grado de competitividad contando con empleados formados y flexibles.